Monday, January 05, 2009

«Ciertas posturas de la jerarquía crean perplejidad en los creyentes»

JUAN JOSÉ ETXEBERRIA NUEVO SUPERIOR PROVINCIAL DE LOS JESUITAS DE LOYOLA



Juan José Etxeberria (Tolosa, 1966) es el nuevo superior provincial de los jesuitas de Loyola (País Vasco y Navarra). Nombrado por el general superior el pasado mes de febrero, el Lunes de Pascua tomó posesión de su cargo en un acto en la capilla de la conversión del Santuario de Loyola. Nació en Tolosa (1966), aunque es azpeitiarra de adopción. Entró en la Compañía de Jesús en 1984. Ordenado sacerdote en 1995, sucede en el cargo de provincial a Juan Miguel Arregui, de 57 años. El cargo dura 6 años (3+3). Doctor en Derecho Canónico. En los últimos años ha sido profesor en las facultades de Derecho y Teología de Deusto. En septiembre fue nombrado vicerrector de Identidad y Misión.

- 42 años. Hay quién se puede sorprender de su juventud al frente de una provincia tan importante...

- Entiendo que 42 años puede ser un perfil joven en el ámbito eclesiástico, aunque últimamente también ha habido nombramientos de gente joven, como el del obispo auxiliar de Bilbao, de 43 años. Lo de la juventud es relativo y depende mucho del proceso que ha hecho uno y del recorrido que tiene en la congregación. Llevo 24 años en la Compañía como jesuita y he pasado por distintas etapas, cargos, responsabilidades...

- Nacido en Tolosa, pero azpeitiarra de adopción. Su nombramiento tendrá un significado especial...
- Para todos los jesuitas la toma de posesión en la capilla de la Conversión del Santuario de Loyola es un acto emotivo que trae a la memoria muchas experiencias vividas. Yo viví en Loyola durante cuatro años.

- Después de que el actual superior general de la Compañía, Adolfo Nicolás, se decantara por usted, ¿cuál fue su primera reacción tras conocer su designación?
- Cuando uno recibe la llamada de Roma lo primero que siente es sorpresa, un sentimiento de susto, ¿podré o no podré?, de sentirme pequeño por la responsabilidad que supone en estos momentos ser provincial de Loyola. También hay un sentimiento de confianza en las manos de Dios y en los compañeros que han decidido también que yo pueda asumir esta responsabilidad. Siento que hay mucha gente que participa de esta misión y este proyecto de Loyola.

- ¿En qué situación se encuentra ahora la provincia de Loyola?

- Es una gran alegría contar con un proyecto ilusionante, que el anterior provincial Juan Miguel Arregui elaboró con una comisión. Hay una serie de líneas marcadas desde el anterior provincialato que me dan paz y un camino por donde ir avanzando. El proyecto está, pero hay que actualizarlo con las directrices de la última convención general de Roma.

- ¿Cuáles son las líneas de ese proyecto?

- El servicio a la fe y la promoción de la justicia están muy presentes en nuestro proyecto. También está presente el diálogo con las culturas y las religiones. Salió un tema muy sugerente en la Convención General XXXV, que es el de establecer relaciones justas con los otros, con Dios y con la creación. El tema de la paz y la reconciliación es un tema fundamental en el País Vasco y aparece en este proyecto. Ojalá nosotros sepamos también responder y fomentar una cultura democrática que facilite el diálogo, la participación, el respeto de los derechos humanos individuales y colectivos. Ahí tenemos una tarea importante en una realidad muy concreta como es el País asco y Navarra.

- ¿Cuál debe ser la relación de los jesuitas con la sociedad?

- Tenemos una tarea importante de dialogar y establecer puentes desde los retos que nos plantea la sociedad de hoy. Nosotros estamos en el ámbito educativo, en el social, tenemos santuarios... Eso nos permite estar lo más cerca posible de la sociedad y poder dialogar con lo que va surgiendo.

- ¿Y con el resto de la Iglesia?

- También. Nosotros somos parte de ella y con todas las instancias y ámbitos que forman esta Iglesia tenemos que construir una sociedad más justa, más solidaria, más pacífica... La Iglesia puede hacer una labor importante en asuntos como la inmigración. No sólo hablo de la jerarquía, sino de toda la Iglesia como comunidad.

- ¿Percibe en la sociedad actual un alejamiento de la ciudadanía de la Iglesia?

- A veces se identifica sólo Iglesia con la jerarquía, que es una parte muy importante. Pero la Iglesia somos todos. Y es verdad que en este momento hay mucha gente alejada de las creencias, de la fe, de la Iglesia en general, a todos los niveles. En los últimos años hay un proceso de secularización o de alejamiento de muchas personas de lo que son los ámbitos eclesiales. Quizás no sabemos responder o acercarnos a las necesidades que hay. Seguramente también por nuestra parte nos hemos equivocado y hemos cometido errores.

- También hay gente que vive de forma activa la iglesia y no acaba de comprender determinados mensajes que llegan desde las jerarquías más altas...

- Comparto esta opinión de que hay gente que ve con cierta perplejidad ciertas posturas eclesiales. Vamos a caminar juntos. La misión evangélica es de todos y ahí tenemos una tarea bien bonita. Es verdad que hay veces que ciertas posturas crean cierta perplejidad. No sé cómo podemos hacer entre todos para que esa gente viva con intensidad la fe y no se sienta a veces tan perpleja por ciertas posturas eclesiales.

- ¿Hay crisis de vocaciones?

- El noviciado jesuita en España está en Donostia con 16 novicios. No está nada mal si se compara con los últimos años, pero sí es verdad que se está viviendo una situación de crisis de vocaciones. De todas formas, considero que hoy en día, el que alguien asuma o se comprometa tanto en la Compañía como en un compromiso matrimonial a veces me parece un milagro. Nosotros agradecemos las pocas vocaciones que hay.

- Tras 25 años de mandato de Peter-Hans Kolvenbach al frente de la Compañía de Jesús, el español Adolfo Nicolás es el nuevo superior general desde enero. ¿Qué le parece su figura?

- Creo que Nicolás es un hombre de Dios, muy carismático y creativo, y con un compromiso a lo largo de su trayectoria con la Justicia. Los jesuitas vascos que han convivido con él estos meses reconocen que es una persona muy cercana. También es un hombre que mira la realidad desde una visión positiva y optimista. Además, hay un tema que nos puede aportar mucho Nicolás que es el del diálogo ecuménico, con otras culturas y religiones, por su experiencia concreta en Oriente. Es la persona adecuada para dirigir la Compañía y ha sido una bendición para la compañía que haya sido elegido.

- ¿El diálogo ecuménico es lo que más le puede diferenciar de su predecesor Kolvenbach?

- Sí. Creo que hoy día se nos abren muchas vías de comunicación y diálogo con otras religiones y creo que la iglesia y la Compañía están trabajando en eso. Nicolás, un hombre de Occidente que ha ido a Oriente, nos puede dar una visión de ese diálogo entre Oriente y Occidente.

- Hay quien ve en Nicolás un seguidor de la estela del padre Arrupe...

- Nicolás dijo entonces: «Yo no soy ni Kolvenbach ni Pedro Arrupe». Es verdad que viene de Japón como Arrupe, que está comprometido con la Justicia, pero creo que nos aportará un perfil diferente por su trayectoria y los retos que hoy en día tiene la compañía, diferentes a los de la época de Arrupe.

- En el mandato de Arrupe hubo fricciones con el Vaticano; con Kolvenbach, más silencio... ¿Cómo será las relación ahora con Nicolás?

- Hay una respuesta a una carta que nos escribió el Santo Padre en la que se habla de asumir los retos que nos plantea la Iglesia que tiene que ver con ser puentes de comprensión y de diálogo, sabiendo que se nos invita a estar en lugares de conflicto y tensión. Cuando estamos en esas fronteras y en esos límites, no es fácil poder responder según todo lo que se espera de la Compañía y puede haber siempre conflictos. Pero lo que me parece bonito es que la misión que nos encomienda el Santo Padre es trabajar por la fe y la Justicia. ¿Que puede haber conflictos? Siempre pueden existir desde la misión que se nos encomienda pero en este momento hay un buen diálogo entre Nicolás y Benedicto XVI.
RD

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