Tuesday, January 06, 2009

Meditando con los santos y beatos del día: B. ANDRÉS (ALFREDO) BESSETTE



Hoy, 6 de enero, la Iglesia celebra la solemnidad de la EPIFANÍA del Señor, recordando el día en que unos sabios venidos de oriente conducidos por un astro celeste, llegaron a Belén y ofrecieron sus dones a Jesús recién nacido. Ellos reconocieron en Jesús al Mesías y representan, pues, las primicias de los pueblos atraídos por la luz de Cristo.
Hoy también la Iglesia con gran gozo, celebra al BEATO ANDRÉS ALFREDO BESSETTE quien muriera santamente en un día como hoy del año 1937, en la ciudad de Montreal en Canadá. Nacido en 1845 en la localidad de Saint Grégorie en Canadá, fue religioso de la Congregación de la Santa Cruz y extraordinario propulsor de la devoción a San José. Puso los cimientos de una basílica que constituye, hoy en día, el lugar de peregrinaciones a San José más grande del mundo. En 1984 el Papa Juan Pablo II le dio el honor de los altares declarándolo Beato. Unidos pues a los miles de peregrinos que hoy visitan su santuario y a todos los devotos de San José, brindemos nuestro cálido aplauso al Beato Andrés Bessette.


Meditación

QUERIDO HERMANO ANDRÉS, hombre de oración, amigo de los pobres, hombre realmente extraordinario. Toda tu larguísima vida fue la de un "siervo pobre y humilde", como se lee en tu tumba. Desde niño fuiste muy enfermizo y débil y los médicos opinaban que no vivirías por mucho tiempo. Hasta los 25 años fuiste obrero en granjas, talleres y fábricas. Ya en la Congregación de los Hermanos de la Santa Cruz, durante casi 40 años te encomendaron la tarea de portero en su colegio de Montreal. Junto a esta labor, te dedicaste a cuidar y visitar a los enfermos. Las curaciones que realizaste fueron innumerables, logrando así una gran reputación como hombre milagroso. Tu devoción a San José, te llevó a construir, cerca del Colegio, un pequeño oratorio, donde Él pudiese ser honrado. Años más tarde pondrás los cimientos de lo que será la magnífica basílica que ahora admiramos. ¿Pero de dónde te vino esa extraordinaria capacidad? Dios se complació en dotarte de un poder maravilloso a ti, hombre sencillo, desprovisto de todo pero, con una gran confianza en Dios. No faltaron las burlas e incomprensiones a causa del éxito de tu apostolado, las que soportaste con extraordinaria paciencia y buen humor. A pesar de todo, permaneciste siempre alegre, sencillo y dispuesto a todos, orando larga y fervorosamente por los enfermos, viviendo tu mismo lo que enseñabas a los demás.
Radio Vaticano

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