Friday, March 27, 2009

Crisis financiera: una propuesta revolucionaria

Escrito por Mons. Francisco Gil Hellín, Arzobispo de Burgos

viernes, 27 de marzo de 2009


Primero fue Ettore Gotti, profesor de economía en la Universidad Católica de Milán. Luego el premier británico Gordon Brown. Ambos han propuesto la misma idea, sencilla pero revolucionaria, para hacer frente a la actual crisis financiera. La propuesta es ésta: es preciso hacer una inversión colosal a favor de los países pobres, que será beneficiosa para todos, incluidos los países ricos, culpables del actual desastre. Se trata de invertir una suma gigantesca no en nuestra casa sino a beneficio de los países pobres, con el fin de que éstos se vuelvan protagonistas de un boom económico, para ellos mismos y de todos.


E. Gotti funda su propuesta en un dato de experiencia. En 1939 se resolvieron los problemas de mantenimiento productivo y de paro, armando soldados y construyendo cañones; en 1946, reconstruyendo una Europa semidestruida, mediante el Plan Marshall. Ambas iniciativas resolvieron los problemas económicos estadounidenses.


La guerra que se tiene que financiar hoy para derrotar a la crisis es la guerra contra la pobreza global; y la reconstrucción que se tiene que garantizar hoy es la de los países pobres. ¿Cuánto vale ese proyecto y cómo financiarlo? «Probablemente asusta la mera hipótesis de un cálculo de los recursos necesarios para ello. Pero debería asustar más –enfatiza Gotti- la falta de verdaderas alternativas. En vez de razonar en términos de costos y de ganancias, se debería razonar en términos de oportunidad, como ocurrió cuando se decidió financiar el plan de reconstrucción de Europa».


Ciertamente, hoy son necesarios más recursos que en el Plan Marshall. Pero el mundo tiene hoy unas capacidades muy superiores a las de hace setenta años. Debería animarnos pensar que, a los diez años, Europa no sólo se había reconstruido sino que produjo un boom económico. Así ha ocurrido también en los últimos veinte años en Asia, donde ahora hay economías que incluso están sosteniendo a las nuestras.


El premier británico mantiene sustancialmente la misma postura, pero argumenta desde una posición eminentemente política. Según él, es preciso realizar una inversión gigantesca, teniendo como premisa básica que «las exigencias de los países más pobres no sean un pensamiento secundario, con el que se está de acuerdo por obligación moral o por sentido de culpa. Es hora de ver a los países en vías de desarrollo insertados en las soluciones internacionales de las que tenemos necesidad. Y es fundamental que estas soluciones internacionales tengan en cuenta a los países en vías de desarrollo». Consecuentemente, es preciso «prever financiaciones mayores, mejores y más rápidas por parte de las instituciones financieras internacionales»


El primer ministro inglés está tan convencido de su tesis, que ya ha comenzado a moverse a nivel internacional. «Ya he iniciado –dice– conversaciones con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otros organismos para elaborar propuestas que, si son acogidas por el G20, podrían introducir miles de millones de dólares en las economías de los países en vías de desarrollo».


Browm añade esta segunda observación: «son necesarias reformas de las instituciones financieras internacionales para dar más voz al mundo en vías de desarrollo, haciendo que las instituciones sean más eficaces, legítimas y sensibles».


Yo no soy ni economista ni político sino pastor de la Iglesia. Si me he permitido hablar hoy de esto se debe a que las propuestas de E. Gotti y la de G. Brown han aparecido en “L’Osservatore romano”. Y porque me gustaría que otras personas, competentes en economía, con visión política de futuro y con criterio ético, hicieran sus propuestas. Todas serán pocas para remediar la situación de paro y pobreza creciente de tantos conciudadanos nuestros y, más todavía, de tantos millones de personas que sufren todo tipo de carencias y limitaciones en el mundo en vías de desarrollo.


Ecclesia

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