Sunday, March 22, 2009

El gran tabú

Cuando se expandió el cristianismo por el Imperio Romano estaban de moda unas doctrinas que aborrecían del cuerpo considerado como el carcelero que impedía el ascenso del alma. Eran posturas bellísimas pero que nada tenían que ver con el mensaje de Jesucristo al que sus compañeros achacaron que era amante de la comida y la bebida. De hecho, el número de versículos en los evangelios que colocan a Jesús alimentándose, junto a otras personas, parece que lo confirman.


Nos ha costado mucho admitir que Dios puede tener que ver con la inmanencia, tan aborrecida, y que nuestros sentidos son las armas de las que disponemos para amar y dejarnos amar. Nos ha costado mucho ver el ayuno desde una postura que no sea exclusivamente la mortificante y, gracias a Dios, la mayoría de los cristianos no gasta cilicios ni piedritas en los pies. Nuestro cuerpo es nuestro aliado y, como tal, es amado por Dios.


Desgraciadamente no hemos tenido tiempo de depurar todas las líneas que apuntaban en la primera dirección. Una cuestión que nos queda por resolver y, es candente, es el tema del sexo que sigue viéndose con malos ojos y, sin embargo, es unos de los instintos más bellos del ser humano. Un instinto que nos lleva al mayor intento de compenetración posible entre las personas y que, como todas nuestras actuaciones, se puede dejar llevar.


Yo recuerdo que en mi juventud me sorprendían los premios a la natalidad que se daban en el gobierno de Franco. Eran mujeres que habían sido madres de 24 hijos ¿por qué las premiaban? ¿Habían querido serlo? Muchas amigas mías y yo misma, tras varios embarazos, evitábamos seguir por esa senda por falta de medios o tiempo para ocuparnos de más prole.


Esta reflexión viene al pairo de que creo que Benedicto XVI se ha equivocado al meterse con el preservativo en África. Es verdad que los periódicos se han ocupado de sacar sus palabras de contexto pero la crítica es cierta. Ha quedado demostrado que los preservativos son muy eficaces para combatir el sida en un continente en el que hay millones de ciudadanos afectados. Todos los países liderados por la ONU están intentando concienciar a la población y …llegamos los católicos con un mensaje contrario.


No dudo de la buena voluntad del Papa pero creo que las personas que hacen sus discursos o las que los aprueban, están alejados de la realidad de la vida. Al Papa le va a entristecer que algunos católicos critiquemos sus palabras, como ya le ha pasado con su resolución con los lefebvrianos, pero en la vida no hay bloques de pensamiento monolítico… ni siquiera dentro de la Iglesia. La crítica es saludable si se hace con un espíritu de diálogo y no de confrontación y nos permite ver posibles errores.


En África no se vive el sexo como “se vivía” en los países occidentales y no van a cambiar su sistema de la noche a la mañana. Negarles el preservativo es condenarles a muerte. Así es como el mundo ha leído el mensaje papal tachando a la Iglesia de retrógrada y cerrándose a la belleza del resto del discurso. Se podía prever lo que iba a ocurrir y no se hizo.


Isabel Gómez Acebo
Del blog "Cajón de ilusiones"

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