Thursday, March 19, 2009

El papa, el SIDA y los preservativos

19-Marzo-2009 Atrio

Parece que este papa tiene el don de la inoportunidad. O el instinto de ofender a grandes sectores de la población. Cuanto más grande es la bofetada, más se crece y más equilibrios tienen que hacer sus secretarios (o el mismo con una impresionante carta a los obispos) para arreglar entuertos y acusar de mala interpretación a los comentaristas. Sobre el último incidente ofrecemos varios documentos.


1. Las palabras del papa a una pregunta de un periodista francés: [El SIDA] non se puede superar con la distribución de preservativos, que, por el contrario, aumentan los problemas. Esto es lo que todos oímos. En la página oficial del Vaticano se suaviza la expresión: non se puede superar la plaga con la distribución de preservativos: al contrario, existe el peligro de aumentar el problema.


2. Editorial del New York Times. [Moderada pero firme al calificar de irresponsable la afirmación papal]

El Papa sobre Condones y SIDA

18 de marzo de 2009

El Papa Benedicto XVI tiene todo el derecho de expresar su oposición al uso de condones por razones morales, de acuerdo con la postura oficial de la Iglesia Católica romana. Pero él no merece crédito cuando retuerce las conclusiones científicas acerca del valor de condones en la ralentización de la extensión del virus de SIDA.


Como informaban el martes los periodistas que acompañaron al Papa en su vuelo a África, Benedicto dijo que esa distribución de condones no resolvería el problema de SIDA sino que, al contrario, lo agravaría o aumentaría. La primera mitad de su declaración es claramente correcta. Los condones solos no pararán la extensión de IHV, el virus que causa el SIDA. Las campañas para reducir la promiscuidad de contactos sexuales, las prácticas de sexo seguro y otros programas son necesarios para controlar la enfermedad.


Pero la segunda parte de su declaración es una grave equivocación. No hay evidencia de que el uso de condón agrave la epidemia y es una evidencia admitida que los condones, aunque no sean ninguna panacea, puede ser útiles en muchas circunstancias.


Desde el punto de vista de un individuo, los condones trabajan muy bien en prevenir la transmisión del virus del SIDA de personas infectadas a no infectadas. Los Centros para el Control de la Enfermedad y la Prevención aluden a la “completa y conclusiva” evidencia de que los condones de látex, cuando se usan coherentemente y correctamente, son “sumamente efectivos” para prevenir la transmisión heterosexual del virus que causa el SIDA. El metaanálisis más reciente de los mejores estudios, publicado por la respetada Cochrane Collaboration, concluye que los condones pueden reducir la transmisión del virus de SIDA por el 80 por ciento.
Sin embargo, ambos grupos advirtieron que ese uso de condón no puede proporcionar la protección absoluta. Los condones se rompen a veces, se salen o no se ponen correctamente. La mejor manera de evitar transmisión del virus es abstenerse de relaciones sexuales o tener una relación mutuamente monógama a largo plazo con una persona no contagiada.



Desde una perspectiva pública, la promoción del condón ha sido efectiva para ralentizar epidemias en varios países y entre grupos de alto riesgo, como trabajadores de sexo y sus clientes. Pero se ha mostrado menos efectivo en la ralentización de epidemias que han extendido a la población en general, como en muchos países del África subsahariana. Eso es probablemente porque muy pocas personas utilizan los condones coherentemente y correctamente.


Aún así, las autoridades de la salud consideran los condones como un componente valioso de todo programa completo para prevenir la extensión del SIDA. Parece irresponsable culpar a los condones de empeorar la epidemia.



3. Editorial de El País: [Más dura. Y la prensa de Francia y Alemania aún han superado a ésta]
Mensaje sin preservativo


El rechazo del Papa a la protección más común al contagio del sida es peligroso e irresponsable

19/03/2009

El papa Benedicto XVI ha aterrizado en Camerún alertando contra el uso del preservativo. Para el Pontífice, el sida no se combate con la distribución de ese protector del contagio, que, al contrario, “aumenta el problema”. No es la primera vez que el Vaticano clama contra el uso del condón. Pero insistir en ello, en la primera visita de Ratzinger a África, llena de estupor y congoja. La peor pandemia conocida es especialmente virulenta en los países más pobres de ese continente, donde se concentran 22 millones de personas infectadas, el 67% del total. En algunos de ellos, el sida ha recortado la esperanza de vida en 20 años y está frenando su desarrollo. Sólo en Camerún hay casi medio millón de infectados y 300.000 niños huérfanos a causa del sida.


Nadie, salvo la Iglesia católica, es capaz hoy en día de negar la eficacia del uso del preservativo para prevenir la transmisión del virus del sida. El mensaje del Pontífice es especialmente irritante si se tiene en cuenta el esfuerzo que realizan los Gobiernos locales y los organismos multilaterales para frenar la expansión del virus. Entre sus principales recomendaciones está el uso del preservativo. No es extraño que países como Francia manifestaran ayer su preocupación por las consecuencias de este nuevo arranque de Ratzinger.


Detrás de un mensaje tan irresponsable se esconde la confusa relación de la jerarquía católica con todo lo relacionado con el sexo. Roma defiende la abstinencia incluso dentro del matrimonio, como único medio para impedir la transmisión del sida. ¿Se refiere el Papa al peligro de la promiscuidad cuando dice que el preservativo sólo aumenta el problema? Tras atacar el uso del condón, el Pontífice ha abogado por “una humanización de la sexualidad”; como si fuera la protección lo que la deshumanizara.


La jerarquía de Roma sigue dando la espalda a los problemas de la sociedad. No es de extrañar que pierda fieles cada día, a pesar de la encomiable labor que realizan muchos creyentes y religiosos, y especialmente en África, continente que necesita recursos sanitarios y preventivos, como el condón, para frenar esta sangría. Que a estas alturas algún vaticanista apunte como avance que el Papa haya mencionado por vez primera la palabra “preservativo” da la medida de hasta qué punto del tren de Roma quedó atascado en algún oscuro túnel del pasado.



4. Editorial de la Jornada de México: [Recoge los diferentes gafs o ofensas deliberadas del papa a amplios sectores del mundo. Resulta muy grave]


Torpeza e irresponsabilidad pontificia

A bordo del avión que lo transportaba a Yaundé, capital de Camerún, el papa Benedicto XVI declaró a los periodistas que viajaban con él que la epidemia de sida -particularmente catastrófica en el continente africano- no se puede superar con la distribución de preservativos, que, al contrario, aumentan los problemas.


Ciertamente, los condones no sirven para superar el síndrome de inmunodeficiencia adquirida -es decir, no lo curan-, pero hasta el momento su uso constituye el único medio conocido, aparte de la abstención, para contener la propagación por vía sexual de una enfermedad que en África ha adquirido proporciones devastadoras. La afirmación de que el dispositivo aumenta los problemas constituye, en esta medida, un sabotaje a los esfuerzos, de por sí insuficientes, de gobiernos, organizaciones no gubernamentales y organismos internacionales, y contribuye, en forma objetiva, a la expansión de la epidemia y a agravar el desastre social provocado por los millones de fallecimientos ocasionados por el sida: incontables menores en situación de orfandad, familias y comunidades desintegradas, pueblos enteros en vías de extinción, pérdida de fuerza laboral y necesidad de destinar al tratamiento de los pacientes -los seropositivos y los que ya han desarrollado inmunodeficiencia- enormes recursos monetarios que, en otra circunstancia, podrían orientarse al alivio de la gravísima miseria que azota a la mayor parte de los países africanos en los que el sida es pandemia.


Con este telón de fondo, lo dicho por Joseph Ratzinger es un agravio a las poblaciones de África afectadas por el desarrollo del sida, una falta de respeto a las entidades, asociaciones y personas que se empeñan en difundir medidas de profilaxis que contribuyan a acotar la propagación de la enfermedad, especialmente en ese continente, y un gesto de desprecio hacia el conocimiento científico -desde el cual se fundamenta la distribución de preservativos entre poblaciones e individuos en riesgo de contraer el VIH- que recuerda, de manera inevitable, el juicio contra Galileo y otros episodios en los que el Papado abominó de la ciencia y fue defensor del fanatismo, la ignorancia y la superstición.


No debe soslayarse que, en los pocos años que lleva en el cargo, el actual pontífice se ha destacado por expresiones torpes y ofensivas hacia grandes sectores de la humanidad.


Por mencionar sólo algunos ejemplos, baste recordar que declaró -en mayo de 2007- que la evangelización de América no había sido una alienación ni una imposición de una cultura extraña, sino la posibilidad de conocer y acoger a Cristo, el Dios desconocido que sus antepasados, sin saberlo, buscaban en sus ricas tradiciones religiosas, como si tal evangelización no se hubiera desarrollado en el contexto de los genocidios, la destrucción de civilizaciones, ciudades y culturas que supuso la conquista europea de este continente.


Para entonces, Benedicto XVI ya había agraviado a la comunidad islámica al suscribir, en el curso de una plática teológica en la Universidad de Ratisbona, las palabras de un emperador bizantino, Manuel II Paleólogo, que afirmaba que Mahoma no ha aportado sino cosas malvadas e inhumanas.


Hace unas semanas, el pontífice alemán levantó la excomunión que pesaba sobre el obispo tradicionalista Richard Williamson, quien previamente se había sumado a quienes sostienen que la masacre de judíos por parte del Tercer Reich nunca existió, o bien que fue mucho menor que lo que asienta la historia. El perdón al negacionista provocó una justificada reacción de repudio de comunidades judías y de otros sectores no hebreos, pues el negacionismo del holocausto perpetrado por el régimen hitleriano -y en el que fueron asesinados decenas de millones de judíos, eslavos, gitanos, comunistas, socialistas, liberales y homosexuales, entre otros- constituye, al fin de cuentas, una manera de procurar la inocencia de los nazis. En esa oportunidad no pasó inadvertido para sectores de la opinión pública que el propio Ratzinger militó en las Juventudes Hitlerianas, hecho por el cual nunca ha expresado una clara e inequívoca disculpa.


Por añadidura, en años recientes, Benedicto XVI ha tenido expresiones de intolerancia y condena hacia los derechos reproductivos, hacia los avances logrados por las mujeres en su emancipación del machismo opresivo, hacia la dignidad de los homosexuales y hacia la libertad de pensamiento y de creencia.


Si una persona anónima afirma algo semejante a lo dicho ayer por el pontífice en su vuelo a Camerún, el hecho es irrelevante, pero el Papado aún goza, entre amplios sectores, de autoridad y credibilidad, y en esa medida la descalificación de la distribución masiva de condones en África es una grave irresponsabilidad que puede afectar la salud de centenares de miles de personas y que, a no dudarlo, terminará por revertirse contra la propia institución vaticana.



4. La carta de Luis Alemán en su excelente Blog [Es algo que resume todo, vivido desde una conciencia cristiana. Más grave y preocupante aún. Lo hacemos nuestro y pedimos iniciar el diálogo desde aquí]


Señor Papa

Cuestión previa.

No se cómo le debo tratar. Tengo entendido que, tras el Vaticano II, quedó claro que a los cardenales no se les debe llamar eminencias, ni a los papas se le debe llamar ni santo, ni santidad, ni sumo pontífice. Sólo Dios es santo. A Vd., como a ningún papa, se le presupone la santidad. Y no está bien denominarlo sumo pontífice como al que ordenó la cruz para Jesús.


Tampoco es válida la herética denominación de vicario de Dios, ni vicario de Cristo. Ya es mucho suponer que un papa sea vicario de Pedro. Sabemos, hace tiempo, que sobre Pedro no se fundó nada, ni menos la iglesia de Jesús. Hoy, después de traducir bien los Evangelios, sabemos que el fundamento de la iglesia de Jesús es la fe que manifestó el duro y terco (”petrus”, piedra) de Simón. Es decir, que lo que nos sostiene y nos une a todos es la fe en Jesús.


Le podría llamar “hermano Ratzinger”. Pero el protocolo que le ampara es como una alambrada que me impide verlo como hermano, sea mayor, menor o mediano.


La culpa de todo esto es de Jesús por haber querido cambiar el mundo. Por lo visto a él, que sí tuvo fe, le chirriaban hasta las palabras: “sólo Dios es bueno” “no os llamo siervos, sino amigos” “no seáis como los poderosos de este mundo” etc.


Por lo tanto, desearía que, para ser fiel a Jesús, empiece Vd. por cambiar las palabras. Somos creyentes, queremos seguir a Jesús. Pertenecemos a la comunidad católica. Pero ya no tragamos más ruedas de molino sobre las que se asienta la Sede Romana. Nos parece un sacrilegio y un insulto a la humanidad doliente. Un poeta andaluz puso en boca de Pedro, estatua de bronce del Vaticano, una oración:

“Señor: déjame bajar al río,
y déjame ser pescador,
que es lo mío”


Tema de prensa.

Acabo de leer en la prensa que, Vd. señor papa, se queja amargamente por las críticas que le han llovido desde todas partes. “La carta es muy personal, muy angustiada, muy dolida y muy honesta”, ha dicho un obispo italiano.


Según parece, Vd. no tiene la culpa, de sus meteduras de babucha blanca.

“el Sumo Pontífice reconoce los “fallos” en la gestión que se hizo de su decisión de revocar la excomunión a cuatro obispos ‘lefebvrianos’, entre los que se encontraba el negacionista Williamson”.


“La rehabilitación del ultraconservador británico puso en pie de guerra a la comunidad judía internacional y obligó al Pontífice a reiterar la condena de la Iglesia al Holocausto y le ha exigido que se retracte”.


Dice Vd. que…

“el incidente sobre el Holocausto ha desatado una tormenta de ‘vehemencia’ y que le ha herido profundamente, en especial porque muchas críticas provenían de católicos”.


Se lamenta Vd. de que una medida que se proponía fomentar la unidad de la Iglesia Católica, puso a la institución en peligro de “devorarse a sí misma” por sus peleas internas.


Nadie debería alegrarse del sufrimiento de nadie. Pero me atrevo a pronosticar que le queda mucho por sufrir. Hasta pudiera ser que una secreta armonía histórica, es decir, justicia de la historia, le esté preparando un cóctel de cálices amargos.


Aprovéchese de esa experiencia. Aprenda lo que es sufrir por las críticas e incomprensiones de los demás. No puede olvidar lo mucho que ha hecho Vd. sufrir a montones de teólogos, o incluso cardenales.


Parece que para el Cardenal Ratzinger, Prefecto de la S. Congregación en defensa de la fe, Jesús era la Verdad. Y esa verdad era la verdad vista por él. Quizá olvidó un poco aquel Prefecto, que ese Jesús es también Vida y Camino.


Desde que es papa ha cometido muchos traspiés diplomáticos: con los judíos, con los musulmanes. Ha querido mostrarse bondadoso levantando excomuniones. Pero se ve que Vd. domina mejor el arte de excomulgar que el carisma de la bondad. ¡En mala hora hizo lo posible por llegar a Papa! Ni tiene el corazón de Juan ni el don teatral de Karol.


Es más. Mi opinión, atrevida, es que Vd. sabe mucha escolástica: sus métodos y sus contenidos. Pero ese sistema de pensar y esos contenidos, hoy no se acoplan, del todo, con la realidad que cada vez nos invade y nos va a inundar.


Un ejemplo. Cuando era Cardenal, discutió con Leonardo Boff, ante los cardenales Aloisio Lorscheider y Paulo Evaristo Arns. Defendía Vd. que “Ecclesia Christi est Eccclesia Catholica”.
Pero resultaba que el Concilio había cambiado ese “est” por el verbo “subsistit”. Es decir: No es lo mismo decir que la iglesia Católica es la Iglesia de Cristo que decir que la Iglesia de Cristo subsiste (permanece) en la Iglesia católica.


¿Acaso en las Iglesias protestantes o en las ortodoxas orientales no subsiste la Iglesia de Cristo?
En aquella ocasión intentó Vd. destrozar hasta el diccionario para defender que subsistir, en latín, era equivalente a sustancia. Lo cual es totalmente erróneo.


En resumen. Vd. no sabe de diplomacia civil. Y es demasiado empecinado y miedoso para dirigir la Iglesia Católica en la que subsiste Jesús. A pesar de todos los pesares.

Luis Alemán

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