El director de un periódico francés cristiano el P. Ragonneau se ha propuesto un par de veces a la semana comentar temas de actualidad a la luz de los textos litúrgicos y evangélicos.
Uno de los últimos casos que delata es el de una niña brasileña que violada sistemáticamente desde los 6 años por su padrastro se quedó embarazada a los 9 de gemelos. Tanto su madre como el equipo médico que la atendía decidieron interrumpir el embarazo.
La reacción del obispo de Recife, diócesis a la que pertenece la niña, Monseñor Sobrinho, apoyado por el cardenal Re ha sido declarar la excomunión de todos lo que intervinieron en el aborto con el razonamiento de que las leyes de Dios están por encima de las de los hombres.
El P. Ragonneau se hace muchas preguntas a las que me sumo. Es cierto que toda vida hay que defenderla pero cuando se trata de conflicto de deberes ¿dónde está el menor mal? ¿No será mejor que esta pobre niña pueda tener una nueva oportunidad de encontrar un camino para su vida menos doloroso que el anterior? No se puede utilizar el derecho canónico fríamente ya que detrás de esos cánones hay personas de carne y hueso que sufren. Esta niña estaba en grave peligro físico, espiritual y sociológico ¿había que dejarla morir para que diera a luz unos gemelos con muy pocas posibilidades de llegar a término?
Siempre pienso que el papel aguanta todo lo que le pongas pero la vida real lo cuestiona. Estamos ante una situación muy parecida de la ley judía que Jesucristo combatió cuando se la hacía pasar por delante del ser humano. La misericordia de Dios se mueve por resortes distintos a los de los hombres.
Siempre arrimo el ascua a mi sardina pero si las mujeres madres tuviéramos algo que decir en la Iglesia no se darían estos casos. Incluso si los sacerdotes estuvieran casados pues ¿qué padre aplica esta ley despiadada a su pequeña?
Isabel Gómez Acebo
Del blog Cajón de ilusión
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