Sunday, March 08, 2009

Ellas rompen las barreras hacia la igualdad, ¿también en la Iglesia?

Vida Nueva) La mujer está conquistando la igualdad en muchos ámbitos sociales, entre ellos el laboral, pero ¿y dentro de la Iglesia? Con ocasión del Día de la Mujer Trabajadora (8 de marzo), la profesora Ana Cotán y la teóloga Marta López reflexionan en los ‘Enfoques’ sobre ambas realidades, sus principales desafíos y sus desajustes.


La profesora Ana Cotán, que es delegada de Apostolado Seglar en Valladolid, cree que la mujer está llamada a ser “co-creadora con Dios” y a vivir día a día un “embarazo” que desembocará “en el alumbramiento de una sociedad enriquecida por la complementariedad del hombre y la mujer”. Por ello, al referirse a la Iglesia, considera que “cada vez que se le niega a la mujer una tarea de servicio a la humanidad, se está ocultando parte del rostro de Dios. Dios es Padre y Madre, Hombre y Mujer; por lo que el hombre y la mujer son necesarios e imprescindibles en cualquier misión”.


No obstante, reconoce que “se van dando pasos y abandonando dolores. La Iglesia comienza a ser como aquella primitiva Iglesia en la que los hombres y las mujeres caminaban juntos, se ampliaba bajo la guía del Espíritu creando nuevas comunidades, y juntos se corregían fraternalmente los errores cometidos y se alegraban de los logros obtenidos”.


Por su parte, Marta López Alonso, enfermera y presidenta de la Asociación de Teólogas de España, percibe “desigualdad en la Iglesia” en dos planos distintos. Uno más obvio, el de “la imposición de esquemas de pensamiento por medio de la sumisión intelectual en los temas de formación e investigación“. El otro, más sutil, se observa, según López Alonso, en “creyentes más trabajados y sensibles a la igualdad”, pero a los que “la palabra y la expresión les traicionan”.

“Muestra de ello es que cuesta hacer permeables a la mujer los ambientes que hasta ahora han sido masculinos. Si pensamos en la tarea docente teológica, hay varones y mujeres más o menos brillantes, pero en igualdad de condiciones ellos siempre serán los elegidos”, subraya Marta López.


Para que ese “sueño” de la igualdad sea posible, apunta varios requisitos: “Habrá que ejercitarse en pedir a las mujeres palabra y creer en ellas, educarnos para hacer grupos de trabajo realmente mixtos -ni siquiera diré en paridad- (…) Prepararnos para escuchar consejo de las mujeres como sujetos de oración y de vida espiritual, no meras receptoras de doctrina”, entre otras propuestas.

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