Tuesday, March 24, 2009

La Iglesia no calla ante la violencia en México


Publicado el 24.03.2009
(Pablo Romo Cedano) ¿Cuándo cesará la espiral de violencia que invade México? Las cifras son demoledoras. En 2005 fueron asesinados por el crimen organizado 1.500 personas. Un año después subieron a 2.700. En 2008, fueron cerca de 5.400. Y en los dos primeros meses de este 2009 ya se alcanzó la cifra de 1.113 víctimas. Y si extendemos el drama al tráfico humano -el crimen organizado no sólo trafica con droga, secuestra o extorsiona: también utiliza a la gente como pura mercancía-, cerca de 20.000 personas al año son vendidas por las mafias para la prostitución o la esclavitud.

Aun así, tal vez, lo más negativo es que no se trata de bandas de delincuentes aisladas. El sistema esta corrupto, siendo muchos gobernadores los primeros en liderar en la sombra esa mafias. El pasado 24 de febrero, el presidente Felipe Calderón fue claro cuando pidió “redoblar esfuerzos para combatir el crimen organizado o el próximo presidente de la República será, seguramente, un narcotraficante”.

Ante este negro panorama, ¿qué hace la Iglesia mexicana? ¿Cómo actúa? Con la palabra, valiente y decidida. Han sido muchas las cartas pastorales que han denunciado la oleada de terror y han pedido por la conversión de los criminales. Así, en las conclusiones de la última Asamblea del Episcopado (CEM) se instó directamente a los fieles a “no ser parte de las redes del delito”. La propia Iglesia ha pagado con su sangre su actitud de denuncia, siendo un caso impactante el del secuestro y asesinato de la adolescente Karina Reyes, sobrina del arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes.

Aunque eso no quiere decir que los extorsionadores logren su objetivo y silencien a quienes han dado un paso al frente. José Luis Chávez Botello, arzobispo de Antequera-Oaxaca, y su obispo auxiliar, Óscar Campos Contreras fueron muy claros en su última llamad a la paz: “No basta observar lo que pasa para que la situación mejore. Quedarnos sólo viendo cómo se va desintegrando nuestra sociedad o hacer algo juntos para levantarla comporta ponernos de acuerdo y caminar juntos; una elección que depende de nosotros y está en nuestras manos”.
Vida Nueva

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