Wednesday, March 18, 2009

"Me pregunto cómo se puede decir que la violación es menos grave que el aborto"


"Constato que la opinión pública no comprende nada la excomunión".
Carta abierta del Obispo de Nanterre al Arzobispo de Olinda-Recife
"Monseñor: Usted ha declarado, recientemente, de forma pública, la excomunión de una madre de familia que había hecho abortar a su hija de nueve años, embarazada de cuatro meses, después de haber sido violada desde la edad de seis años por su padrastro. Usted ha decidido también públicamente la excomunión de los médicos que han practicado este aborto. Por ello, yo reacciono públicamente a su intervención a través de esta carta abierta".

Os lo aseguro: en cuanto a lo que mí respecta, el aborto es la supresión de una vida. Estoy, pues, firmemente en contra.
La madre de esta pequeña puede haber pensado que más vale salvar una vida que arriesgarse a perder tres... puede que los médicos les hayan dicho que un pequeño útero de nueve años no se dilata indefinidamente… no lo sé. Lo que sé, es que en esta tragedia, usted ha sumado el dolor al dolor, y usted ha provocado el sufrimiento y el escándalo de muchas personas a lo largo del mundo. En una situación tan dramática, creo firmemente que nosotros, obispos, pastores en la Iglesia, nosotros tenemos, tenemos primero que manifestar la bondad de Cristo Jesús, el único auténtico Buen Pastor. Estoy seguro de que Él ama a esta madre, y busca hombres y mujeres que le ayuden a continuar el camino, siendo sostenida amablemente, espiritualmente y, si fuera necesario, materialmente. Estoy seguro que él pide que se de amor a esta pequeña niña marcada de por vida, y a su hermana mayor minusválida, también violada. Estoy seguro que Él pide al Capellán de la prisión que se acerque al padrastro violador para que se arrepienta, se convierta y llegue a ser algún día un hombre auténtico.
Estoy seguro que Cristo espera también que, si usted puede, hable usted con los médicos que han practicado dicho aborto porque, como los cuarenta ginecólogos y obstetras con los que yo me encontré hace unos meses y con los que yo no compartía necesariamente todas sus posiciones, la mayor parte de ellos aprecian ser escuchados y comprender diversos puntos de vista, cuando viven con frecuencia dramas de conciencia.
¡Monseñor, ayudémonos los unos a los otros para ser ante todo hombres de esperanza en Dios y en todo ser humano!
Yo soy amigo y colaborador de muchos evangélicos que se oponen, como usted y como yo, al aborto. Ellos no proclaman la condena pública. Puede ser que ésta sea una de las razones por las cuales las comunidades evangélicas atraen tantos católicos hoy en día, en particular en Brasil. Constato que la opinión pública no comprende nada la excomunión. Se percibe como una condena a las personas y no como una propuesta de reflexión y de conversión. Considero, entonces, que nosotros debemos encontrar otros medios para decir a nuestras comunidades que el comportamiento o las palabras de tal católico no son acordes a lo que la Iglesia comprende y cree que es la voluntad de Dios.
No le oculto que yo me pregunto, también, cómo se puede decir que la violación es menos grave que el aborto que suprime la vida en el seno de una madre. Mujeres violadas se han confiado a mí. Algunas han podido reorientarse y avanzar en la vida con el recuerdo de sus heridas que no desaparecen jamás completamente. Pero otras, si bien estaban físicamente vivas, han sido asesinadas en lo más profundo de su ser y no han llegado a revivir. La vida no es solamente física, usted lo sabe bien.
No he podido obtener el texto completo de lo que ha dicho el Cardenal Re, pero el apoyo que, según los medios, él le ha aportado no cambia nada mi reacción pastoral. Para la claridad de la relación entre los obispos, envío una copia de esta carta a Monseñor el Cardenal Re.
Os ruego que creáis, Monseñor, en mis sentimientos apenados, pero también respetuosamente fraternales, así como a la seguridad de mis oraciones por usted mismo y aquellos que, de cerca o de lejos, han estado concernidos por el drama de esta pequeña.
Gérard Daucourt.
Obispo de Nanterre (Francia, provincia eclesiástica de París)
El 12 de marzo de 2009
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